De los seis viajes que hemos hecho a Africa, Kgalagadi NP me ha despistado sobremanera.
La forma de encontrar e interpretar a sus habitantes me ocasionó un cierto descontento al principio hasta que comprendí que la paciencia tiene su recompensa y que este se muestra al que quiere conocerle de formas extrañas.
Para mi ha sido un redescubrimiento de Africa en el más mítico de los sentidos.
A diferencia de las otras zona que hemos visitado, léase kenya, Tanzania, Zambia, Namibia… el Kgalagadi nos ha alimentado con una experiencia diaria, a lo mucho dos.
Disfrutamos con abejarucos, zorrilos del cabo, mochuelos y hasta con el más insignificante de los insectos.
Probablemente para que le diésemos su medida importancia y nos olvidásemos del típico ritmo occidental de cazar el máximo de especies para enseñar los trofeos.
Tal y como dicen ahí, “El Kalahari se muestra a los que le abren su corazón” y no es que mi corazón estuviese muy abierto, pero si es cierto que de haber estado cerrado no hubiése disfrutado ni la mitad.
La forma de encontrar e interpretar a sus habitantes me ocasionó un cierto descontento al principio hasta que comprendí que la paciencia tiene su recompensa y que este se muestra al que quiere conocerle de formas extrañas.
Para mi ha sido un redescubrimiento de Africa en el más mítico de los sentidos.
A diferencia de las otras zona que hemos visitado, léase kenya, Tanzania, Zambia, Namibia… el Kgalagadi nos ha alimentado con una experiencia diaria, a lo mucho dos.
Disfrutamos con abejarucos, zorrilos del cabo, mochuelos y hasta con el más insignificante de los insectos.
Probablemente para que le diésemos su medida importancia y nos olvidásemos del típico ritmo occidental de cazar el máximo de especies para enseñar los trofeos.
Tal y como dicen ahí, “El Kalahari se muestra a los que le abren su corazón” y no es que mi corazón estuviese muy abierto, pero si es cierto que de haber estado cerrado no hubiése disfrutado ni la mitad.